Por el retorno del toro
y la autenticidad de la fiesta
(Juan
Medrano Chavarría)
Este sábado día 30 de enero
de 2016 la plaza de toros Acho cumple doscientos cincuenta años de fundada. Su
trayectoria, como pocos monumentos de su género en el mundo, es una evocación a
la historia y sus tradiciones.
Tradiciones de una Lima que
ha evolucionado desde los t iempos de la carreta y los aguateros,
evocados por don Ricardo Palma en sus célebres Tradiciones Peruanas, hasta los
tiempos de hoy, marcados por el caos y el hacinamiento de una metrópoli que
clama por un plan de reestructuración y reordenamiento para proveer de calidad
de vida a sus más de diez millones de habitantes.
En ese contexto, Acho y su
entorno conforman una realidad que ha sido ignorada por las sucesivas autoridades
que tuvieron la responsabilidad de velar por su desarrollo. Declarado Monumento
Histórico, es la plaza de toros más antigua de América; mas, su enorme
categoría monumental le ha servido de muy poco para llamar la atención de los
funcionarios del estado, en tanto invertir recursos para su remodelación,
-junto a su entorno-, para revalorizarla en los niveles más altos de promoción
turística.
Otro punto es la calidad de
los espectáculos que ofrece, lamentablemente venidos a menos en los últimos años
por un sin número de razones. Una empresa poderosa se acaba de ir, agobiada por
la falta de certidumbre y las ominosas exigencias de la sociedad arrendataria.
De tal forma que al día de hoy, la suerte de la plaza es un acertijo y no se
ven luces de reflexión en los estamentos que podrían orientar su destino.
Mientras, la sufrida
afición que paga los altísimos precios del espectáculo, espera impaciente el
anuncio del cartel de la temporada. A este heroico público no le importa quién
organiza la feria, ni qué toreros ni ganaderías vendrán –pues de hecho se
anunciará a los mismos de siempre y se relegarán a los verdaderamente buenos-.
El afán es asistir a la
plaza para reencontrarse con el toro y sobretodo, con el fastuoso ambiente que
emana de sus fabulosas arquerías y misteriosos pasadizos de rancio olor a
madera.
Qué importa que el toro ni
lo sea, ni menos lo parezca, que para eso está el coro de la prensa
españolista. La temporada que pasó, la gente que paga, como siempre, saldó su
descontento bebiendo la cerveza más costosa del mundo; ni en el salón de la
torre Eiffel beber beer es más oneroso que en Acho…!!
Ojalá el aniversario de la
plaza nos llame a reflexión. La afición clama por la vuelta a la autenticidad,
la vuelta del toro y de los toreros que se justifican. Terminemos ya con el
imperio del grupo que envía a Acho los mismos toreros desde hace diez años.
Enhorabuena para todos.
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